Terapias de conducta para perros: Cómo llamar la atención
Gracias a sus interesadas lecturas podemos volver a reunirnos en un nuevo artículo de lo cual me alegro enormemente ya que, mi intención primera es enseñar y, si este artículo es leído, cumple su función primordial que es llegar a donde se necesita y así, todos contentos. Supongo que recordarán que en el artículo anterior les presentaba, o más bien les presentaba Cuba en primera persona (aunque no esté bien decirlo de esta manera), el pequeño lío en el que se había metido y del que no sabía cómo salir. Algunos iniciados en la materia quizá se habrán aventurado a elucubrar posibles respuestas. La realidad es que si Cuba acudiera a una consulta de comportamiento -que sería lo correcto- deberían someterlo por este orden, a los siguientes elementos de diagnóstico:
Anamnesis completa al propietario mediante un cuestionario de unas 8 ó 9 páginas.
Examen físico, neurológico, analítica sanguínea y urianálisis.
Emisión del diagnóstico y tratamiento basados en los parámetros obtenidos.
Vuelta a los dos primeros puntos si el resultado obtenido no es por completo seguro.
Como verán, es un proceso arduo, y a veces costoso, que requiere la implicación directa del propietario así como tiempo para resolverse. Efectivamente es el proceso correcto y quien diga lo contrario no es un buen profesional. Evidentemente la experiencia y los años dedicados a la clínica etológica, tienen su fruto. A veces se puede obviar alguno de los pasos pero sólo si se es un profesional con experiencia en sus espaldas. Aún así, es preferible no hacerlo y llevar el diagnóstico del caso perfectamente estructurado; cada detalle es importante. Esto es lo que deben hacer siempre. No se dejen aconsejar por el corrillo de su barrio, ni por lo que le diga alguien que ya haya pasado por lo mismo o algo similar porque cada caso es único, y no tiene por qué tener el mismo origen que el de su vecina de al lado. Háganme caso y estarán en el camino correcto. Bien, afortunadamente Cuba tenía al terapeuta en casa, parecía fácil. Un paseo con su dueña por la playa, una pequeña charla y todo solucionado. Desgraciadamente no fue así; como se suele decir: “En casa del herrero, cuchillo de palo”. Hubo que remontarse hasta 1 año antes, cuando su dueña trajo a su manada un nuevo integrante que se convertiría en un competidor para él. ¿Cómo le hacía eso a él? Un macho más joven, más fuerte, y por qué no decirlo, ¡con más pelo! Sí, porque el pelo también hace su función. El motivo estaba justificado. A este perro lo iban a dejar en la perrera al día siguiente. Aunque a él eso poco le importaba. Al principio, se reconocieron y se ignoraron mutuamente; la cosa no pasó de ahí. Pero poco a poco vinieron los problemas. Primero fueron la temidas y esperadas peleas. Cuba luchaba con uñas y dientes y se resistía a perder el liderazgo de su grupo, pero lo único que conseguía era que las peleas se hicieran cada vez más duras. Hasta que al final pudieron la potencia corporal y la dentición del otro. Las peleas cesaron, reinó la calma. Parecía que todo estaba solucionado.... Uf, se acabó. ¿Ustedes creen eso? Contesten que no, porque es la respuesta correcta. Sorprendentemente Cuba empezó otro tipo de lucha, una más pasiva, desde la retaguardia, hacia la otra especie, la humana, ... su dueña. No se asusten, Cuba no se puso a pelear conmigo.... ¡Qué va! Utilizó lo que podríamos llamar la inteligencia, a su manera claro. No se puso a jugar una partida de ajedrez (aunque algunos dueños creen que sus perros saben jugar al ajedrez, léase el artículo de A. Pozuelos "¿Entiende Truco nuestro cariño?"). Cuba intentó resolver la situación a su manera, llamando mi atención: empezó a comerse los calcetines. Como ven, dista bastante de jugar al ajedrez pero es efectivo, consigue captar la atención del propietario, y es lo que él quiere al fin y al cabo... ¿No? Y lo consiguió, pero sin saber que su propietaria lo iba a solucionar pronto. Al final se ha tenido que conformar con el número 2 en el grupo perruno. ¿De dónde viene esto de llamar la atención? Pues digamos que son comportamientos aprendidos tras miles de años de domesticación y de adaptación a otro tipo de ambiente, como es vivir al lado de un humano, que controla los recursos y los suministra. De intentar obtener esos recursos es de donde viene el intentar captar por uno u otro medio la atención del propietario. Es una forma de comunicación evolucionada a la actualidad: el perro ya no obtiene su recurso primario mediante la caza, ahora lo hace de manos de un humano y en un plato, y además han aprendido que “si le doy el tiempo suficiente con la pata en la pierna a mi amo, quizá me gane un trozo de carne”. De hecho, algunos perros llegan a conseguir que se los siente a la mesa como si de una persona se tratase. Se empieza por las “conductas reforzadas por el propietario”, son conductas que sin querer premiamos y las perpetuamos. ¿Cómo queremos que nuestro perro no le salte a los amigos cuando vienen de visita si cada vez que llego a casa me pone las patas encima, cuan grande sea, y lo acaricio y premio con palabras efusivas? No podemos confundir. A mí me gusta que mis perros me reciban en la puerta, pero con sus cuatro patas en el suelo. Y las ventas de collares de impulsos eléctricos disminuirían en gran parte si cada vez que el perro ladrara no lo acariciara diciendo: “tranquilo chico, tranquilo”. Son dos ejemplos de cómo algunos perros acaban en refugios o regalados porque ya molestan con ese tipo de conductas, cuando no a nosotros al vecino. Y eso no es todo lo peor de esas conductas, sino que algunas de ellas pueden llegar a derivar en problemas tan graves como estereotipias, agresividad o fobias. Tengo un cliente cuya perrita, una dálmata, tiene un déficit auditivo grave y por este motivo fue súper protegida desde pequeña. Cuando acudí a su domicilio la perra era una caja de sorpresas: estereotipias, agresividad por miedo, vocalización excesiva en forma de ladridos estridentes, hiperactividad. Y lo más interesante de todo es que el detonante que hacía que estallara en la demostración era la propia dueña; cuando ella llegaba de trabajar comenzaba el sufrimiento. Todo había sido reforzado por ella, sin darse cuenta, hasta llegar a la exageración. Por supuesto no he querido decir hasta ahora que no tenemos que mimar, querer, jugar o dar de comer a nuestros peludos, sino que todo tiene un orden, un sitio y un momento y que somos especies distintas y tenemos que actuar como tales. Desde nuestra posición de humanos debemos intentar entender por todos los medios el lenguaje de los cánidos, y estructurar muy bien nuestra interacción con ellos para no vernos en situaciones como la del ejemplo. En este punto tengo que dejar claro que si el propietario licita una respuesta negativa hacia el perro, un castigo, este también lo va a tomar como una atención hacia él. Es decir, el perro llega a preferir un castigo a que no se le preste atención. Podemos encontrar otros ejemplos en comportamientos tales como la destrucción de ropa u objetos del propietario, la mordida inadecuada, los comportamientos de hiperactividad en el juego, el lanzar las patas delanteras hacia el dueño, la micción y defecación inadecuadas, la ansiedad manifestada en distintos casos, los miedos, la polifagia y polidipsia psicógenas, y una lista que puede continuar según el caso que nos ocupe, ya que los comportamientos son muy variados, y cuanto más evolucionan los perros en su nuevo hábitat, más conductas nuevas nos encontramos. Es muy sorprendente para el clínico ver cómo los perros resuelven los conflictos con conductas que nos llegan a resultar aberrantes, y a las que se ven abocados tras perder totalmente el control de algunas situaciones. ¿Es normal que un perro no coma si no tiene un plástico de botella dentro de su comida? ¿Dónde y cuándo se vería esto en la naturaleza? Si la madre de una camada es molestada en exceso, no dudará en gruñir severamente e incluso morder a su cachorro para que la respete. Bien, como decía al principio, lo que yo pretendo es enseñar, poner mi granito de arena en ayudar a la gente que quiera a entender a sus perros y sus conductas normales, y por supuesto las que se salen de la normalidad. Si una persona no sabe, lógicamente no puede actuar en consecuencia, pero para eso estamos nosotros, para ayudar. Todos cometemos errores, yo incluida, porque si no, no sería humana. ¿Por qué un perro salta y vuelve a saltar una y otra vez sobre una persona? Porque con eso consigue una atención, no tiene que ser un recurso primario, como la comida, sino simplemente la cercanía de su dueño, ese es un recurso cada vez más preciado. Si dejamos de prestarle atención cada vez que salta, la conducta tenderá a extinguirse. ¿Por qué? Porque el perro ya no obtiene nada con ello. Después de este artículo sólo les pido que reflexionen, que observen detenidamente las conductas de sus perros, que consulten con un profesional si creen que hay algún problema, y les doy unos consejillos para evitar todo esto que he contado, todo lo que sean interacciones controladas con su perro es una forma de evitar comportamientos indeseables: el ejercicio diario, los juegos que requieren ejercicio físico y los juguetes interactivos, las clases de educación para cachorros y adultos, el adiestramiento, incluso hablar con su perro, por qué no, aunque parezca ridículo. Nuestros peludos no son máquinas pero ¡Cuidado! porque ellos sí maquinan a su manera.
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